Un médico u hospital que no trata o estabiliza adecuadamente una condición médica es un error médico común. Cuando una persona busca tratamiento, el médico del hospital suele hacer un diagnóstico diferencial. Esta es la forma sistemática que utiliza un médico para identificar la causa de la enfermedad o lesión.
Antes de que cualquier condición médica pueda ser tratada adecuadamente, debe identificarse correctamente. En ciertas situaciones, el médico o el personal del hospital no toman un historial completo o son demasiado rápidos para llegar a un diagnóstico y no se diagnostica la verdadera condición. Como resultado, no se implementa el curso correcto de tratamiento. Los errores que se reconocen rápidamente pueden tener poco o ningún daño. Los errores pueden retrasar el tratamiento adecuado por horas o incluso días y pueden tener consecuencias graves. La falta de diagnóstico y tratamiento de un accidente cerebrovascular, insuficiencia cardíaca o hemorragia interna puede tener consecuencias nefastas y provocar daños graves adicionales o incluso la muerte.
La atención médica implica múltiples variables, como que los pacientes con la misma afección tengan diferentes conjuntos de síntomas. Las condiciones de gravedad muy diferente pueden presentarse con síntomas similares. Es por eso que es vital que un médico tratante o un profesional médico en un entorno hospitalario aborde o descarte primero la afección o enfermedad más grave. Si el tratamiento prescrito no mejora o contiene la enfermedad de manera eficiente, entonces se debe ajustar el curso del tratamiento.
Un profesional médico podría argumentar que el hecho de no estabilizar o tratar eficazmente al paciente no supondría ninguna diferencia en el resultado. En los casos en que haya desacuerdo sobre la eficacia de un tratamiento o la progresión de una condición, una revisión exhaustiva de los registros médicos puede mostrar inconsistencias en la información del personal, como la documentación del personal de enfermería en conflicto con el diagnóstico del médico. En un hospital hay múltiples profesionales que atienden a los pacientes, lo que genera la posibilidad de errores de comunicación que derivan en errores en el tratamiento del paciente.
Incluso después de una multitud de consultas en varias clínicas u hospitales, un paciente puede seguir sin recibir tratamiento. Es posible que se haya ignorado la queja del paciente o que el médico que hizo el diagnóstico no haya creído que los síntomas merecían ser examinados.
No diagnosticar o tratar una afección a tiempo somete potencialmente al paciente a muchas más complicaciones. La recuperación de enfermedades que amenazan la vida requiere un tratamiento oportuno para tener éxito. Incluso unas pocas horas de tratamiento perdido pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. El personal de la sala de emergencias que no logra estabilizar o diagnosticar el dolor de pecho podría provocar un ataque cardíaco o un derrame cerebral, lo que podría causar lesiones debilitantes o incluso la muerte.
En otros casos, la falta de tratamiento o estabilización puede no resultar en lesiones o muerte, sino en daños financieros. No tratar rápidamente una condición médica puede aumentar la propensión a una enfermedad continua. Estas situaciones impactan al paciente en salarios perdidos y tiempo de recuperación que afecta negativamente a la obtención de ingresos.
Es por esto que es muy importante certificar que el médico tratante tiene los conocimientos necesarios de urgencias para tratar a su paciente. Acercarse a médicos con certificación en su especialidad o preferentemente en urgenciología es un buen camino para evitar todos estos problemas.